En el año 1999 se estrenaba en las salas de cine croata El Espíritu del Mariscal Tito (Marsal en croata). En dicho film, el espíritu del otrora hombre fuerte de Yugoslavia se aparecía en una pequeña isla de la costa croata, provocando la nostalgia de los más viejos del lugar, al mismo tiempo que la afluencia masiva de turistas que se trasladaban a la isla para practicar un “turismo socialista”. Cuatro años después del estreno de la película croata, en el 2003 vio la luz la cinta Good bye Lenin, en la cual se retrataban los primeros momentos de la transición de la República Democrática Alemana hacia la reunificación con la República Federal Alemana en la figura del protagonista, el joven Alex, el cual se muestra esperanzado por el futuro, pero al mismo tiempo temeroso por perder lo mejor de lo que hasta hacía no mucho había sido su patria. Ambas películas reflejan a la perfección los fenómenos de la Yugonostalgia –El Espíritu del Mariscal Tito– y la Ostalgie –Good bye Lenin–.Tanto El Espíruto del Mariscal Tito, como Good Bye Lenin son excelentes productos cinematográficos que reflejan a la perfección las bases y contradicciones de la Yugonostalgia y la Ostalgie.
¿Por qué la Yugonostalgia y la Ostalgie?
Se entiende por Yugonostalgia la melancolía por la antigua República Federal Socialista de Yugoslavia, mientras que por Ostalgie se comprende lo mismo solo que el sujeto que se añora no es Yugoslavia, sino la República Democrática Alemana. No es extraño que surjan sentimientos nostálgicos sobre modelos y proyectos estatales que pasaron a mejor vida tales como el Franquismo o el Imperio Austro-Húngaro. Sin embargo, lo extraordinario de los casos que aquí se tratan es que son los dos únicos fenómenos del estilo que han logrado cierta preponderancia en los países del antiguo bloque socialista. Así, en otros lugares como Polonia, Bulgaria, Rumania o la República Checa, por señalar algunos ejemplos, no se han manifestado movimientos semejantes, o si lo han hecho no han logrado la visibilidad y repercusión que sí han tenido en zonas de la antigua Yugoslavia y en el este de la actual República Federal Alemana. Por consiguiente, es necesario formular la pregunta de por qué la nostalgia apareció y se desarrolló a niveles importantes en Yugoslavia y la RDA, pero no en ningún otro de los estados del antiguo bloque del este.
Para responder a la pregunta anterior es necesario centrarse en los elementos característicos e identificadores de ambos países. Así, en el caso de Yugoslavia, la federación de los eslavos del sur era “única en su especie”. Primer estado en desafiar a la hegemonía de la Unión Soviética en una época donde la URSS era el faro del internacionalismo operario. No sólo eso, Yugoslavia se llevó el gato al agua y consiguió establecer una política internacional independiente, que le llevaría a líder el Movimiento de Países no Alineados. Además, Yugoslavia era conocida por ser dirigida por uno de los hombres fuertes de la II Guerra Mundial: Josip Broz Tito.
Por otro lado, en el caso de la República Democrática Alemana, después de que el hecho de la división en dos Estados y dos naciones diferentes se consumase por parte de los aliados, la RDA se convirtió en la punta de lanza en términos económicos del bloque socialista. Más allá de los problemas económicos que tuviese la RDA era una economía potente y avanzada para los parámetros del ámbito comunista. Además, al igual que en otros estados del bloque comunista, el Estado proveía a la población con una amplia cobertura de prestaciones y protecciones sociales y laborales. Lógicamente, esto no quiere decir que dicha cobertura social fuese óptima, sino que solía ser rudimentaria, pero sí es cierto que la mayor parte de la población tenía acceso a servicios básicos de sanidad, vivienda, familia, trabajo y otras prestaciones sociales. Considerar también que en materia de igualdad de género, la RDA era uno de los Estados más avanzados del mundo, algo que se fue perdiendo a medida que la reunificación se iba asentando.
Se entiende por Yugonostalgia la melancolía por la antigua República Federal Socialista de Yugoslavia, mientras que por Ostalgie se comprende lo mismo solo que el sujeto que se añora no es Yugoslavia, sino la República Democrática Alemana. No es extraño que surjan sentimientos nostálgicos sobre modelos y proyectos estatales que pasaron a mejor vida tales como el Franquismo o el Imperio Austro-Húngaro. Sin embargo, lo extraordinario de los casos que aquí se tratan es que son los dos únicos fenómenos del estilo que han logrado cierta preponderancia en los países del antiguo bloque socialista. Así, en otros lugares como Polonia, Bulgaria, Rumania o la República Checa, por señalar algunos ejemplos, no se han manifestado movimientos semejantes, o si lo han hecho no han logrado la visibilidad y repercusión que sí han tenido en zonas de la antigua Yugoslavia y en el este de la actual República Federal Alemana. Por consiguiente, es necesario formular la pregunta de por qué la nostalgia apareció y se desarrolló a niveles importantes en Yugoslavia y la RDA, pero no en ningún otro de los estados del antiguo bloque del este.
Para responder a la pregunta anterior es necesario centrarse en los elementos característicos e identificadores de ambos países. Así, en el caso de Yugoslavia, la federación de los eslavos del sur era “única en su especie”. Primer estado en desafiar a la hegemonía de la Unión Soviética en una época donde la URSS era el faro del internacionalismo operario. No sólo eso, Yugoslavia se llevó el gato al agua y consiguió establecer una política internacional independiente, que le llevaría a líder el Movimiento de Países no Alineados. Además, Yugoslavia era conocida por ser dirigida por uno de los hombres fuertes de la II Guerra Mundial: Josip Broz Tito.
Por otro lado, en el caso de la República Democrática Alemana, después de que el hecho de la división en dos Estados y dos naciones diferentes se consumase por parte de los aliados, la RDA se convirtió en la punta de lanza en términos económicos del bloque socialista. Más allá de los problemas económicos que tuviese la RDA era una economía potente y avanzada para los parámetros del ámbito comunista. Además, al igual que en otros estados del bloque comunista, el Estado proveía a la población con una amplia cobertura de prestaciones y protecciones sociales y laborales. Lógicamente, esto no quiere decir que dicha cobertura social fuese óptima, sino que solía ser rudimentaria, pero sí es cierto que la mayor parte de la población tenía acceso a servicios básicos de sanidad, vivienda, familia, trabajo y otras prestaciones sociales. Considerar también que en materia de igualdad de género, la RDA era uno de los Estados más avanzados del mundo, algo que se fue perdiendo a medida que la reunificación se iba asentando.
A la izquierda el mapa de la República Federal Socialista de Yugoslavia. A la derecha, bajo las siglas GDR, las fronteras de la República Democrática de Alemania
Teniendo en cuenta lo anterior, los habitantes de ambos Estados se sintieron perdidos y desconcertados cuando dichos Estados desaparecieron, bien por una secesión violenta a lo largo de una década, bien por una reunificación que por parte de muchos fue vista como una anexión. Fue en ese contexto en el que parte de la población echó la vista atrás y comenzó a recordar aquellos viejos tiempos en donde, a pesar de los problemas, las cosas eran más fáciles y felices.
La vuelta de Yugoslavia en forma de nostalgia
La desintegración de Yugoslavia en siete estados diferentes a lo largo de las décadas de 1990 y del 2000 es de sobra conocida. La ruptura del estado único para los eslavos produjo la revisión del pasado y de la historia. Con los factores legitimadores de la Yugoslavia socialista pasados a mejor vida, era la hora de reinterpretar el discurso comunista sobre los principales acontecimientos históricos de la zona oeste de los Balcanes. Es en este contexto de “ajuste de cuentas” con la Historia en el que la Yugonostalgia nace y se desarrolla.
ARTÍCULO RELACIONADO: Desintegración y guerras de secesión en Yugoslavia(Marcos Ferreira, Mayo 2015)
La Yugonostalgia surge como una etiqueta negativa para calificar a todos aquellos que aún no habían aceptado la disolución de Yugoslavia. En un momento en donde las élites de los diferentes Estados sucesores buscaban reforzar sus nuevos Estados y las identidades nacionales, era necesario atacar y deslegitimar el legado yugoslavo del que habían formado parte desde el fin de la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la Yugonostalgia también se convirtió en un término que permitía otras perspectivas más allá de denigrar el pasado yugoslavo. La transición hacia el capitalismo no fue sencilla en ninguno de los nuevos Estados, lo que provocó que parte de la población mirase hacia el pasado, lamentándose de aquello que habían perdido. Cierto es que Yugoslavia no era un país que nadase en la abundancia, especialmente en el sur del Estado, pero otorgaba una serie de certezas para la mayoría de la población que ahora se habían ido.
Así, los recuerdos positivos hacia Yugoslavia nacen de la difícil situación que pasa una parte de la población, aunque curiosamente el potencial político de la Yugonostalgia, en el sentido de aprovechar este sentimiento para intentar crear un discurso político, económico, social y cultural al actual, es prácticamente nulo. Por consiguiente, en el plano político la Yugonostalgia es un fenómeno limitado, que en estos momentos tiene nulo recorrido. No sucede así en los terrenos de la cultura y de la añoranza. Es habitual que en los países que formaron parte de Yugoslavia exista un alto interés por la música, la literatura, la gastronomía o festividades que eran netamente de época yugoslava. Un buen ejemplo de esto es el denominado Turbofolk, que tiene sus orígenes en Yugoslavia y que en la actualidad tiene gran importancia, especialmente en Serbia.
La añoranza por el pasado que se ha ido es también una perspectiva importante del fenómeno de la Yugonostalgia. Es habitual que los más viejos del lugar se reúnan para recordar aquellos viejos y buenos tiempos en donde todos los eslavos del sur –a excepción de los búlgaros– estaban unidos en Yugoslavia. El socialismo autogestionario, el Movimiento de los Países no Alineados, las festividades de Yugoslavia, o la figura de Tito son generalmente celebradas por todo lo alto en estos eventos. No obstante, en estos eventos y festividades existen dos elementos de extraordinaria relevancia. Por un lado, no sólo son ancianos los que participan en ellos, sino también hay población joven, que nunca conoció Yugoslavia de primera mano. Y por otro lado, es muy usual que en estos eventos también se critique la actual situación política, económica, etc. en comparación con el pasado Yugoslavo.
Teniendo en cuenta lo anterior, los habitantes de ambos Estados se sintieron perdidos y desconcertados cuando dichos Estados desaparecieron, bien por una secesión violenta a lo largo de una década, bien por una reunificación que por parte de muchos fue vista como una anexión. Fue en ese contexto en el que parte de la población echó la vista atrás y comenzó a recordar aquellos viejos tiempos en donde, a pesar de los problemas, las cosas eran más fáciles y felices.
La vuelta de Yugoslavia en forma de nostalgia
La desintegración de Yugoslavia en siete estados diferentes a lo largo de las décadas de 1990 y del 2000 es de sobra conocida. La ruptura del estado único para los eslavos produjo la revisión del pasado y de la historia. Con los factores legitimadores de la Yugoslavia socialista pasados a mejor vida, era la hora de reinterpretar el discurso comunista sobre los principales acontecimientos históricos de la zona oeste de los Balcanes. Es en este contexto de “ajuste de cuentas” con la Historia en el que la Yugonostalgia nace y se desarrolla.
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La Yugonostalgia surge como una etiqueta negativa para calificar a todos aquellos que aún no habían aceptado la disolución de Yugoslavia. En un momento en donde las élites de los diferentes Estados sucesores buscaban reforzar sus nuevos Estados y las identidades nacionales, era necesario atacar y deslegitimar el legado yugoslavo del que habían formado parte desde el fin de la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la Yugonostalgia también se convirtió en un término que permitía otras perspectivas más allá de denigrar el pasado yugoslavo. La transición hacia el capitalismo no fue sencilla en ninguno de los nuevos Estados, lo que provocó que parte de la población mirase hacia el pasado, lamentándose de aquello que habían perdido. Cierto es que Yugoslavia no era un país que nadase en la abundancia, especialmente en el sur del Estado, pero otorgaba una serie de certezas para la mayoría de la población que ahora se habían ido.
Así, los recuerdos positivos hacia Yugoslavia nacen de la difícil situación que pasa una parte de la población, aunque curiosamente el potencial político de la Yugonostalgia, en el sentido de aprovechar este sentimiento para intentar crear un discurso político, económico, social y cultural al actual, es prácticamente nulo. Por consiguiente, en el plano político la Yugonostalgia es un fenómeno limitado, que en estos momentos tiene nulo recorrido. No sucede así en los terrenos de la cultura y de la añoranza. Es habitual que en los países que formaron parte de Yugoslavia exista un alto interés por la música, la literatura, la gastronomía o festividades que eran netamente de época yugoslava. Un buen ejemplo de esto es el denominado Turbofolk, que tiene sus orígenes en Yugoslavia y que en la actualidad tiene gran importancia, especialmente en Serbia.
La añoranza por el pasado que se ha ido es también una perspectiva importante del fenómeno de la Yugonostalgia. Es habitual que los más viejos del lugar se reúnan para recordar aquellos viejos y buenos tiempos en donde todos los eslavos del sur –a excepción de los búlgaros– estaban unidos en Yugoslavia. El socialismo autogestionario, el Movimiento de los Países no Alineados, las festividades de Yugoslavia, o la figura de Tito son generalmente celebradas por todo lo alto en estos eventos. No obstante, en estos eventos y festividades existen dos elementos de extraordinaria relevancia. Por un lado, no sólo son ancianos los que participan en ellos, sino también hay población joven, que nunca conoció Yugoslavia de primera mano. Y por otro lado, es muy usual que en estos eventos también se critique la actual situación política, económica, etc. en comparación con el pasado Yugoslavo.
Josip Broz Tito ha vuelto en forma de escultura
Dentro de la Yugonostalgia, ha cobrado fuerza lo que se puede denominar como Titonostalgia. Este fenómeno no sería más que la añoranza por el que fue el principal líder de Yugoslavia durante la Guerra Fría y el líder de los partisanos yugoslavos durante la II Guerra Mundial.
La Titonostalgia está relacionada con la Yugonostalgia revisionista, del modelo socialista y escapista. En ese sentido, se podrían haber escogido otras figuras yugoslavas que no tenían el peso político e ideológico de Josip Broz. No obstante, era el mariscal el escogido para representar de una forma más genérica el fenómeno de la Yugonostalgia, lo que apuntaba claramente que aquellos que participan en eventos que se encuadran en el fenómeno de la añoranza al mariscal tienen un discurso revisionista y de recuperación de los aspectos positivos de la Yugoslavia socialista. Pero además, la Titonostalgia tiene mucho también de reclamo comercial y publicitario, ya que en muchos de los eventos celebrados en diferentes puntos de la ex Yugoslavia, se suele comercializar –y vender muy bien– material relacionado directamente con Josip Broz Tito tales como bustos de bronce de pequeño tamaño, cuadros del Mariscal o incluso libros de gastronomía sobre lo que comía el antiguo presidente yugoslavo.
Escultura que rinde honor a la figura de Josip Broz Tito
Para Mitja Velikonja, que es el autor que más ha estudiado el fenómeno de la Titonostalgia, la relevancia de la figura de Tito en el pensamiento de los yugonostálgicos se debe a los siguientes factores: los tiempos de Tito fueron tiempos óptimos; el Estado que él dirigía era un Estado justo; la actitud de los titonostlálgicos hacia la figura del Mariscal es positiva y emocional al recordarlo.
Dentro de los eventos que se enmarcarían dentro de la Titonostalgia los discursos se entremezclan y no se celebra simplemente la figura de Tito, Yugoslavia o el Socialismo, y tampoco simplemente se trata de un mercado de elementos yugoslavos y titistas, sino que estos eventos constituyen una plataforma perfecta para criticar a los actuales poderes políticos y económicos en contraposición a la imagen idealizada de la antigua Yugoslavia.
Para Mitja Velikonja, que es el autor que más ha estudiado el fenómeno de la Titonostalgia, la relevancia de la figura de Tito en el pensamiento de los yugonostálgicos se debe a los siguientes factores: los tiempos de Tito fueron tiempos óptimos; el Estado que él dirigía era un Estado justo; la actitud de los titonostlálgicos hacia la figura del Mariscal es positiva y emocional al recordarlo.
Dentro de los eventos que se enmarcarían dentro de la Titonostalgia los discursos se entremezclan y no se celebra simplemente la figura de Tito, Yugoslavia o el Socialismo, y tampoco simplemente se trata de un mercado de elementos yugoslavos y titistas, sino que estos eventos constituyen una plataforma perfecta para criticar a los actuales poderes políticos y económicos en contraposición a la imagen idealizada de la antigua Yugoslavia.
La Ostalgie como lucha contra la reunificación
A diferencia de la Yugonostalgia, la Ostalgie no nace tanto por la desaparición de la RDA y por el proceso de reunificación alemana, sino más bien por cómo se acometió esa reunificación y la transición del comunismo al capitalismo en el este alemán. En este contexto, y aunque también en el fenómeno de la nostalgia por la RDA exista un componente comercial y de recordar el pasado sin objetivo de instrumentalizarlo, la principal faceta de la Ostalgie es revisionista. Más concretamente, este revisionismo se dedica a intentar contrabalancear la interpretación que desde la reunificación alemana se ha venido dando a lo largo y ancho de Europa, en la cual la República Federal Alemana y sus habitantes estaban totalmente ciertos, mientras que la República Democrática Alemana y sus habitantes estaban totalmente errados.
Cuando el muro de Berlín cayó en 1989 y el proceso de reunificación de las dos Alemanias ya era imparable, muchos ciudadanos en la RDA consideraron que al fin tendrían acceso a los aspectos más positivos de la RFA. Los productos occidentales llegaron rápidamente a la RDA, al igual que las campañas de publicidad y las luces de neón que incitaban a las personas a comprar. Pero además de la cara más amable del capitalismo, a la RDA también llegó la cara más negativa. Esto fueron las privatizaciones.
El ejecutivo alemán reunificado creó la agencia Treuhand para la privatización del tejido económico e industrial de la RDA. Creada en 1990, Treuhand funcionó a pleno rendimiento hasta el 31 de diciembre de 1994. En sus cuatro años de actividad, la agencia privatizó todo aquello que era merecedor de dicho proceso, con unos resultados que contribuyeron enormemente a provocar resentimiento entre los antiguos ciudadanos de la RDA. No es que sólo el desempleo aumentase hasta un 30%debido a dicho afán privatizador, sino que los beneficiarios de esas privatizaciones decían mucho sobre dicho proceso y sobre la reunificación alemana en general. El 85% de las empresas privatizadas fueron a parar a manos de germanos occidentales, mientras que sólo el 5% se fue a manos de alemanes orientales. Para los habitantes de la RDA, este proceso de privatización es considerado un auténtico expolio.
Las finanzas alemanas también sufrieron a causa de la unificación económica. Las economías de la RFA y de la RDA eran dispares en cuanto a nivel de capacidad y de potencia económica. Esa situación aconsejaba que la unificación económica se hiciese de forma gradual, y no de forma apresurada tal y como hizo el ejecutivo encabezado por Helmut Kohl, al cual sólo Oskar Lafontaine mostró una opinión en contra.
Lo escrito anteriormente ha provocado un resentimiento en parte de la población del este de Alemania, la cual, a 25 años de la reunificación de Alemania, piensa más en términos positivos que negativos sobre la antigua RDA. Para algunos escolares esto supone una aberración que no se basa en datos verídicos, sino en un blanqueamiento de un estado dictatorial como era la RDA. Pero para muchos que vivieron o nacieron en la RDA, la Alemania del este tenía más características positivas que negativas, lo cual no conecta bien con la narrativa existente de vencedores o vencidos. Así, la Ostalgie trata, ante todo, de una posición política donde el objetivo no es tanto anunciar a bombo y platillo las bondades de la RDA, sino más bien buscar un equilibrio a la narrativa del Estado totalitario en donde la Stasi era todopoderosa.En esta gráfica del nivel de desempleo de Alemania, se puede observar como los lander que solían formar la antigua RDA son los que sufren un nivel de paro más elevado. Las dificultades económicas son las que provocaron la aparición de la Ostalgie.
Como movimiento que tiene una fuerte raíz política, la Ostalgie se ha trasladado, mucho más que la Yugonostalgia, al terreno político. Así, el heredero del Partido Socialista de Alemania, Die Linke , obtiene la mayor parte de sus votos en los lander que solían formar parte de la RDA, aprovechando claramente el descontento existente en el este de Alemania en relación con el ejecutivo central y la Alemania occidental. Sin embargo, esa situación de rabia e insatisfacción también permite a movimientos xenófobos crecer en zonas del este de Alemania, como es el caso de Pegida en Dresde.
El pasado jamás volverá
El elemento clave para comprender los dos fenómenos aquí tratados es la nostalgia. Este sentimiento está formado por dos factores. Por un lado, recuerdos placenteros sobre un periodo pretérito, y por otro lado un pasado idealizado que se compara con un presente-futuro que en muchos casos es desconcertante y precario. Así, los fenómenos de la Yugonostalgia y la Ostalgie son formas de criticar aquello que se considera que está errado en los planos políticos, económicos, sociales y culturales.
La Yugonostalgia es un fenómeno más elaborado y complejo que la Ostalgie. Existen varias facetas dentro de la Yugonostalgia, pero además existe también un fuerte culto a la personalidad hacia la figura de Josip Broz Tito, algo que no sucede con la Ostalgie. Sin embargo, la Yugonostalgia en comparación con la Ostalgie es un fenómeno que apenas tiene un potencial político. Así, la mayoría de los eventos que se pueden catalogar como yugonostálgicos son eventos culturales o de añoranza a un pasado que se fue para no volver.
En el caso de la Ostalgie, a pesar de ser un fenómeno más plano que la Yugonostalgia, es un fenómeno con un potencial político mayor. La Ostalgie nació, por un lado, del discurso oficial que catalogaba como ilegítimo a la República Democrática Alemana y por otro lado a las dificultades económicas que el este de Alemania viene sufriendo desde la reunificación. En este contexto, Die Linke aparece como un partido que intenta rescatar lo mejor de la RDA, ganándose el voto de aquellos que veían en la RDA como un Estado legítimo, como su patria.
Más allá de todo lo anterior, y a pesar del potencial positivo que ambos fenómenos pueden tener desde varias perspectivas, los dos fenómenos son el canto de cisne de un pasado que jamás volverá, y por ello aquellos que participan en ellos deberían abandonar la faceta más nostálgica del movimiento y centrarse en los aspectos más positivos de Yugoslavia y de la República Democrática Alemana para construir proyectos de futuro alternativos al neoliberalismo actual, al tiempo que construyen un discurso equilibrado sobre la historia de ambos países y no una simple “cárcel de pueblos” en el caso de Yugoslavia o una “Estado ilegítimo” como en el caso de la RDA.
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