miércoles, 27 de junio de 2018

Los refugiados de la Eurocopa


Este artículo es de hace 2 años pero ahora con el mundial no deja de ser interesante

El día 10 de junio arrancaba en el Stade de France en Saint-Denis uno de los eventos del verano, la decimoquinta edición de la Eurocopa de Fútbol, siendo Francia esta vez el país anfitrión del torneo y la selección de Portugal la que se alzó con la corona. Sobre las mismas fechas, en el sureste de Europa y en el Mediterráneo se volvían a ver episodios de naufragios de embarcaciones con migrantes y de desplazados que se agrupaban en las fronteras con el objetivo de pisar los territorios de la Unión Europea.

Pocos de los muchos espectadores que disfrutaron del espectáculo de las grandes federaciones del fútbol europeo serían conscientes de que en los planteles de muchos de estos equipos que competían, existen varios jugadores que comparten un pasado similar al de los millones de desplazados que hoy llegan a Europa: la huida de una guerra.
La región de Kosovo y el asilo en Suiza

Uno de los casos que más curiosidad ha despertado es el de los hermanos Xhaka. Diversos diarios deportivos del continente salían con la llamativa noticia de que por primera vez en el torneo dos hermanos se enfrentaban directamente. Granit Xhaka,que recientemente firmaba su traspaso por el Arsenal londinense, defendía la escuadra suiza, mientras que su hermano mayor Taulant Xhaka debutaba en el torneo con la selección albanesa.Los hermanos Xhaka (Taulant a la izquierda y Granit a la derecha), en el campo vistiendo las elásticas de Albania y Suiza. Fox Sports

La familia Xhaka, de origen albanokosovar, se vería obligada como muchas otras familias a trasladarse a la confederación helvética, la cual a finales de los años 90 se mostró solidaria a la hora de dar cobijo a los habitantes de esta región después de los sucesos políticos y bélicos que se llevaron a cabo en Kosovo. Taulant y Granit crecieron juntos en Basilea, pero responderían de manera distinta a la llamada de los seleccionadores de la federación de fútbol de cada país.

Y es que la selección de Albania cuenta con hasta nueve jugadores que nacieron o se criaron en Suiza. Ejemplo de ello es su capitán Lorik Cana, mientras que el cuadro helvético fue sin duda el más multicultural del torneo, dado que 14 de los 23 seleccionados tienen ascendencia extranjera o nacieron fuera del país, cinco de ellos con raíces albanokosovares.

Xherdan Shaqiri posee este perfil. Nacía en Kosovo en 1991 y de niño se traslada a Suiza con su familia para escapar de la guerra que desmembraba Yugoslavia y que apenas acababa de estallar. Al igual que los hermanos Xhaka, se formaría como futbolista en Basilea y posteriormente firmaría por el Bayern de Múnich, logrando en el año de su contratación un repóquer de títulos con la escuadra bávara para ser dirigido posteriormente por Pep Guardiola. Xherdan actualmente milita en el Stoke City, en la Premier League inglesa, y destacó en el torneo por ser autor de uno de los mejores goles de la Eurocopa. Algunos de sus compañeros de selección como Valon Berhami, jugador del Watford o Admir Mehmedi, jugador del Bayer Leverkusen, también nacieron en comunidades albanesas de Kosovo y Macedonia durante el periodo yugoslavo y acabarían jugando en la liga profesional suiza.

La Guerra de los Balcanes: Croatas refugiados

La Guerra de Yugoslavia creaba a finales de los años 80 y principios de los 90 el mayor éxodo de refugiados europeos desde la Segunda Guerra Mundial. También las repúblicas de Croacia y Bosnia veían cómo cientos de miles de sus ciudadanos se desplazaban a países de Europa Occidental para evitar ser espectadores de la brutal contienda.
Luka Modrić en el centro de refugiados. Fuente: Marca

Luka Modrić, un futbolista que antes de llevar la batuta del mediocentro del Bernabéu sufriría las consecuencias del conflicto en su Croacia natal. El joven Luka abandonaba su hogar en Obracovać tras la muerte de su abuelo a manos de oficiales serbios y de que su padre se alistara a las filas de la armada croata. En un improvisado centro de refugiados, el Hotel Kolovare de la ciudad de Zadar, Modrić conviviría con su madre y decenas de familias de la región dálmata.

Un ojeador de la zona visita el centro y descubre el talento del joven refugiado, al cual transfiere al Dinamo de Zagreb y que tras una breve estancia de un año en Bosnia para cumplir con su servicio militar, triunfa en el campeonato croata. Su historia posterior es más conocida. El Tottenham Hotspurs británico se hace con sus servicios y tras unas temporadas de muy alto rendimiento, el Real Madrid ficha al mediocentro croata, siendo en el conjunto madridista donde se corona dos veces como campeón de Europa.

Dos de sus compañeros de selección, los defensas Vedran Corluka y Dejan Lovren huyeron de la guerra en el momento en el que el conflicto azotaba la República Srpska y la ciudad de Sarajevo estaba siendo bombardeada. La familia de Lovren huye hacia Múnich mientras que la familia de Corluka encuentra en la capital croata de Zagreb un lugar donde restablecerse. Ambos se forman en las escuelas del Dinamo de Zagreb y posteriormente se lanzan a la Premier League británica. Lovren llega al Liverpool después de su paso por el Southampton y de competir en Champions League con el Olympique de Lyon francés. Corluka, por su parte, ficha por el Manchester City y posteriormente comparte camiseta con Luka Modrić en el Tottenham Hotspurs, un equipo que fue apodado como “Crottenham” en su momento por la prensa inglesa debido al gran número de jugadores de esta nacionalidad que vestían la elástica de White Hart Lane. Pese a que sus lugares de origen hoy pertenecen a territorio bosnio, los dos futbolistas escogieron jugar para Croacia por las raíces de sus familiares.


Bosnia-Herzegovina y los niños de la guerra

La selección de Bosnia y Herzegovina no compitió en el torneo europeo, pero es famosa en el mundo del fútbol por ser la escuadra de “los niños de la guerra”. En julio de 1995 se produce en Srebrenica uno de los mayores crímenes contra la humanidad que se recuerdan en la reciente historia de Europa. El general Ratko Mladić y su ejército convierten esa pequeña localidad bosnia colindante con Croacia en el escenario de una masacre de ciudadanos musulmanes. Muchos de los futbolistas que hoy juegan para esta selección fueron testigos de estos acontecimientos a muy temprana edad, y esta generación creció huyendo del conflicto o permaneció en el territorio entre disparos y proyectiles.

Entre estos jóvenes futbolistas destaca el reciente fichaje de la Juventus, Miralem Pjanić. Miralem, junto con su familia, salen de la ciudad bosnia de Tuzla para refugiarse en Luxemburgo, y es en Francia donde se hace un lugar en el mundo del fútbol, militando en el Metz y el Olympique de Lyon. Los hinchas del Real Madrid recuerdan con dolor la eliminación del equipo merengue en cuartos de Champions en el Santiago Bernabéu tras un gran gol de Pjanić.

Su compatriota Edin Džeko, con el que compartiría vestuario en la AS Roma, se vio obligado a abandonar Sarajevo después de que una bomba cayera en el campo de entrenamiento donde jugaba y viera fallecer a muchos de sus compañeros. Tras este lamentable suceso huyó a Alemania y en las filas del Wofsburgo debuta en la Bundesliga. Posteriormente el Manchester City se fijaría en él, desembolsando 30 millones de euros para llevarlo al campeonato inglés.Edin Džeko y Miralem Pjanić jugando con el AS Roma. Fuente: DailyMail

En la Premier inglesa compite también el portero Asmir Begović. El guardameta abandonó Bosnia camino de Stuttgart, sin embargo, el gobierno canadiense le otorga asilo y en Edmonton empieza a competir profesionalmente. De hecho, antes de recibir la llamada de la selección absoluta de Bosnia, Begović competía en las categorías inferiores de la selección de Canadá. Tras varias campañas exitosas en el Portsmouth y el Stoke City en Premier League, Begović recala en las filas de un grande de Europa, el Chelsea londinense.


Suecia y Austria

Curioso es el caso de Suecia, una nación que en la actualidad posee uno de los sistemas de acogida de refugiados más grandes en Europa, por sus normas de asilo y que guarda una tradicional recepción de inmigrantes –en su día fueron refugiados balcánicos, húngaros y checoeslovacos–. Dentro del plantel sueco encontramos a Emir Kujović, atacante nacido en Bijelo Polje unos años antes de la guerra y que en la actualidad es territorio montenegrino. Cuando la Guerra de Yugoslavia estalla en 1992, su padre fue reclutado por el ejército serbio y Kujović abandona Montenegro para establecerse en Suecia, donde obtiene la nacionalidad y elige competir con la selección escandinava. Kujović comparte delantera con una de las mayores estrellas del panorama futbolístico actual, el flamante nuevo fichaje del Manchester United, Zlatan Ibrahimović. Pese a que Zlatan Ibrahimović posee raíces familiares bosnio-croatas, su familia no fue refugiada de guerra sino migrante económica a finales de la década de los setenta. Zlatan nace en 1981 en la ciudad sueca de Malmö y debuta en el equipo que lleva el nombre de esta misma ciudad. Ibrahimović se convertiría en una de las figuras más mediáticas de este deporte tras fichar por el Ajax neerlandés y competir por toda Europa coleccionando títulos y galardones.Actualmente en las selecciones europeas hay un número considerable de ex-refugiados

Austria es otra selección multiétnica y que posee varios jugadores de ascendencia extranjera, tanto europea como africana. Durante la Guerra en los Balcanes, cerca de 90.000 refugiados se reubicaron, por su proximidad, en territorio austriaco. Varios de los futbolistas que juegan en sus filas son descendientes directos de estos desplazados, o fueron refugiados cuando eran niños. Zlatko Junuzovic,centrocampista del Werder Bremen, nace en Loznica, una ciudad de la actual Serbia en la frontera con Bosnia y que abandonó al estallar la guerra para trasladarse a vivir en diversas localidades de Austria. Finalmente se instaló en Graz, cerca de la frontera con Croacia y comenzó su carrera profesional en la primera división de este país, recibió la nacionalidad y quiso vestir los colores del conjunto austriaco a modo de agradecimiento por la solidaridad ofrecida con su familia. En la ciudad austriaca de Linz nació el mediocampista croata del Real Madrid Mateo Kovacic, sin embargo, este regresa a Croacia para formarse como jugador del Dinamo de Zagreb antes de saltar a las filas del Inter de Milán y al club madrileño.


Los refugiados africanos

Uno de los referentes de la selección belga es el delantero Christian Benteke. Este jugador nace en Kinshasa, la capital de la actual República Democrática del Congo, que antiguamente recibía el nombre de la República del Zaire. A principios de los 90, los rebeldes congoleños se alzan contra el dictador Mobutu, haciendo estallar una guerra civil. A la par, con el genocidio que se da lugar en Ruanda y Burundi entre las tribus de hutus y tutsis, se provoca una fuga de millones de refugiados en la región de los Grandes Lagos. En medio de esta crisis humanitaria, el gobierno belga decide otorgar protección internacional y asilo a ciudadanos de la antigua colonia del Congo belga, siendo Benteke y su familia trasladada a Lieja. Es ahí, en Bélgica, mientras jugaba en el FC Genk, cuando sedujo con sus remates a los ojeadores británicos y tras pasar por el Aston Villa, Benteke recala en el Liverpool.Dejan Lovren (Croacia) y Christian Benteke (Bélgica), refugiados de guerra y jugadores del Liverpool.Fuente: Telegraph

Algo similar vivió Steve Mandanda, portero del cuadro francés en esta Eurocopa y reciente fichaje del Crystal Palace londinense, también nacido en Kinsasa y trasladado cuando tenía dos años de edad a la región de la Alta Normandía francesa. Se asentó en Évreux, pero debuta en primera división en Le Havre para posteriormente custodiar la portería del Olympique de Marsella y ser internacional con el seleccionado galo en la Copa del Mundo de 2010 en Sudáfrica.

Otros jugadores del continente africano con infancias en zonas de combate y que después de serles concedido un estatuto de refugiado hoy compiten en la Premier League son Victor Moses, del West Ham United y Saido Berahino, del West Bromwich Albion. El primero llega a Inglaterra como refugiado político después de que en 2002 se declarara la Ley Islámica en Nigeria y su padre, ministro cristiano del gobierno por entonces, fuera brutalmente asesinado. Barahino. por su parte, recibe protección internacional junto con su madre después de estar meses viviendo en el campamento de refugiados que administraba el Alto Comisionado de Naciones Unidas de apoyo al Refugiado (ACNUR) en Burundi durante el conflicto entre las tribus de hutus y tutsis. Barahino es embajador de ACNUR y forma parte activamente de las campañas en defensa de los derechos de los refugiados.

La figura del refugiado y el papel inclusivo del deporte no resulta un tema tan novedoso. Estos son sólo algunos de los ejemplos protagonistas de inmigrantes que recanalizaron su vida utilizando el fútbol como vehículo en la nueva sociedad del país que les otorgó acogida. Tras la huida de un conflicto bélico o la persecución de un conflicto armado en sus países de origen, muchos de los refugiados no sólo obtuvieron la nacionalidad del país receptor, sino que también vistieron orgullosos sus colores.

Desmontando cinco tópicos xenófobos contra la acogida del Aquarius


Os dejo otro artículo más, este relacionado con la inmigración para desmontar las idioteces de aquellxs que no tiene ni idea en sus cortas entendederas

El gobierno español se ha ofrecido a acoger un barco con más de 600 inmigrantes y en las redes reflota el peor argumentario xenóbobo contra la acción humanitaria. Estos son los cinco mitos contra la inmigración que más vas a ver estos días en redes con sus correspondientes argumentos y enlaces para refutarlos.




Efecto llamada



Falso. El efecto llamada existirá mientras exista la desigualdad, no porque se efectúe una maniobra de salvamento humanitario. Ningún padre o madre pone a sus hijo en una patera o barco a la deriva si esta es menos segura que el territorio de deja atrás. Los inmigrantes van a donde hay mejor economía o empleo. Así lo hicieron dos millones de Españoles (y sin contrato) en los 60, así lo hacen ellos ahora.

A las personas desesperadas no se les para con decretos, vallas o un par de tuits xenófobos. La prueba es que, a pesar de todos los esfuerzos, criticas, movimientos xenófobos y políticas antiinmigratorias de la nueva Europa sigue habiendo miles de víctimas huyendo por el Mediterráneo por los conflictos bélicos o por la desigualdad económica. La inmigración y el movimiento de personas entre naciones son un derecho y están recogidos en la carta de los derechos del hombre.

Huyen de algo peor que unos cuantos tuits.

Las 'paguitas'



Topicazo Twitter



Falso. Los inmigrantes acogidos no obtienen ningún beneficio económico por el simple hecho de pisar suelo español. No hay ninguna 'paguita' ni gasto más allá de los costes de la atención humanitaria que requiere su acogida: reconocimiento médico y gastos de admisión en el CIE correspondiente (Centros de Internamiento de Extranjeros)

Para poder acceder a la primera ayuda, la renta mínima de inserción, necesitarían acreditar tener residencia legal en alguna comunidad del territorio nacional. Dicho esto, en la Comunidad de Madrid, por ejemplo (la que mayor porcentaje de inmigrantes tiene) solo el 10% de los beneficiarios de la renta mínima son inmigrantes, exactamente el mismo porcentaje que inmigrantes hay en España. Es decir, a pesar de tenerlo más difícil, de tener que dejar una vida y un país atrás casi siempre en contra de su voluntad, los inmigrantes no acaban recibiendo más rentas de inserción social. Conclusión. Se lo curran más.

Otro ejemplo, para poder ser beneficiario de las ayudas a viviendatienen que tener residencia legal, ingresos mínimos y un contrato legal de alquiler en nuestro país. Ninguno de los acogidos podría, de momento, acceder a ellas. El hecho de que en estas listas aparezcan más apellidos extranjeros es porque muchos inmigrantes se preocupan de cumplir los requisitos antes que los propios españoles en las mismas condiciones. Y es normal, con un grado de necesidad mayor, el compromiso y las ganas de hacer las cosas bien es equivalente. Deberían ser un ejemplo a seguir, no a criticar.

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Vienen a quitarnos nuestros recursos



Topicazo Twitter

Falso. Los inmigrantes aportan al Estado más de lo que reciben. La diferencia entre las aportaciones que realizan vía impuestos y cotizaciones a la Seguridad Social y el gasto en servicios públicos, es el 0,54 % del PIB, unos 5.500 millones de euros. El balance es positivo desde hace años, incluso durante la crisis y es un síntoma de prosperidad, según el estudio Inmigración y Estado de bienestar en España, de la Obra Social de La Caixa.

Está demostrado también que los inmigrantes no colapsan nuestra sanidad pública. Los datos y estadísticas dicen todo lo contrario.

¿Por qué aportan más de lo que reciben? La mayoría de los extranjeros son jóvenes en edad de trabajar y de aportar más impuestos. Los niños, ancianos y dependientes (los que más cuestan al Estado) son muy pocos. El inmigrante prefiere venirse solo que sacar aquí su familia adelante. La mayoría realizan trabajos que las poblaciones locales rechazan. Utilizan menos los servicios médicos y normalmente acaban volviendo a sus países de origen (menos del 1% de los beneficiarios de pensiones en España son extranjeros)

Incluso los inmigrantes en situación irregular contribuyen al sistema al pagar impuestos indirectos. Al comprar cualquier mercancía aportan el IVA a la caja común, la misma que paga el sistema sanitario que los atiende de urgencia.

Pagar los gastos de la acogida de esos refugiados nos sale a cuenta.

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Ayudan más a los de fuera que a los de aquí



Topicazo Twitter



Falso. Las oportunidades son las mismas para todos, como el respeto a los derechos humanos. Incluso si el barco robado de un delincuente valenciano va a la deriva por el mediterráneo cargado de droga también tiene derecho a un rescate humanitario, de hecho, los barcos de recreo copan las actuaciones de salvamento.

Pasado el rescate inicial y en el caso (difícil) de que alguno de los 600 inmigrante consiga los permisos de residencia para optar a alguna ayuda pública sus oportunidades serán las mismas que la de los 'aborígenes'. No existe ningún 'atenuante por extranjería' a la hora de optar a alguna beca o ayuda pública de inserción aunque algunos quieran confundir la precariedad, el desamparo o la indigencia con el color u origen de la piel.

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Mételos en tu casa



Topicazo Twitter



El topicazo más utilizado. Del mismo modo que la educación no debe circunscribirse exclusivamente al ámbito familiar, la inmigración no debe convertirse en un problema meramente individual. Igual que es un deber del Estado tejer un sistema educativo o sanitario público también lo es construir una administración capaz de acoger y resolver los problemas humanitarios que la misma sociedad provoca. La garantía del cumplimiento de los derechos humanos es parte del servicio público cimentado en un estado fiscal y de derecho.

Por eso el argumento de 'llévatelo a tu casa' también valdría para, 'constrúyetelo en tu casa' o 'fabrícatelo en casa u 'opérate tú en tu casa'. Puede funcionar si eres profesor, ingeniero o cirujano, pero es la gestión pública la responsable de una mejor eficacia de los servicios comunitarios.

Esto no quita que a través de muchas ONG exista una red de recursos para acoger individualmente y generar conciencia en el aporte personal a la hora de integrar ciudadanos en exclusión. Y las experiencias suelen ser maravillosas. No se trata de ofrecer solo tu casa, el sistema debe garantizar la sintonía entre las partes y el control y perfecto cumplimiento de los derecho del acogido. Y eso no siempre es más barato —tristemente— y eficaz que la gestión pública (de momento).

viernes, 22 de junio de 2018

El Tercer Reich económico: las empresas que ayudaron a Hitler

Artículo de el Orden Mundial

El auge del nazismo a menudo se entiende como un proceso meramente político, como una cuestión de figuras y partidos. Aunque no cabe ninguna duda de que esto es cierto, también hay que añadir a la ecuación los apoyos que estas personalidades y formaciones recibieron. En el caso del Partido Nazi, también los hubo. Y muchos.

Coches, electrodomésticos, medicinas, productos tecnológicos e incluso prendas de ropa son actualmente fabricados por empresas alemanas que entre 1933 y 1945 fueron muy cercanas al régimen nazi en Alemania. Algunas por supervivencia y otras por verdadera creencia en los principios nacionalsocialistas, estas corporaciones sostuvieron gran parte del esfuerzo de guerra alemán y se beneficiaron del acercamiento que se produjo entre las grandes empresas, especialmente industriales, y el partido de Adolf Hitler. Cuando terminó la guerra, ninguna recordaba nada. Al ser claves en la recuperación de la Alemania de posguerra, los vencedores hicieron la vista gorda. Esta colaboración es hoy en día una lejana mancha en la trayectoria de esas empresas, que, directa o indirectamente, arrastraron a Europa a la peor catástrofe que jamás ha vivido.


Un conveniente cambio de chaqueta

A pesar de la creencia popular, Hitler nunca ganó unas elecciones. De hecho, las únicas a las que se presentó, las presidenciales de 1932, las perdió frente a Von Hindenburg por seis millones de votos. El que sí ganó unas elecciones —parlamentarias— fue el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP por sus siglas en alemán). Tanto en los comicios de julio y noviembre de 1932 como en los de marzo de 1933 —con Hitler ya como canciller—, el Partido Nacionalsocialista fue la fuerza política más votada y con mayor representación en el Reichstag. Esto refleja que, en lo popular, Hitler se había ganado las simpatías de la clase obrera y acomodada, los pequeños comerciantes y grandes sectores de los empleados públicos. Hasta cierto punto, era comprensible. El clima de inestabilidad política en Alemania —en gran medida también provocado por el NSDAP— era terrible y la devastación económica de la crisis de 1929 se había sumado a la cojera que arrastraba la economía germana desde la crisis hiperinflacionaria de 1922. Hasta 1933, la gestión político-económica había sido desastrosa. La renta nacional cayó en los tres años siguientes al crac del 29 un 40% y la inversión se contrajo un 70%; las políticas deflacionarias habían triturado la industria y el paro en Alemania se había disparado a cifras exorbitadas —43,8% en 1932—. Ante este panorama y la inminencia de un Gobierno nazi, las grandes empresas empezaron un acercamiento hacia el NSDAP. Si jugaban bien sus cartas y hacían ver a Hitler la importancia de la élite empresarial alemana en la recuperación económica del país, se librarían de la nacionalización masiva que en teoría propugnaba el nazismo como método de control absoluto sobre la economía.



Además de las empresas y hombres de negocios que se fueron acercando al Partido Nacionalsocialista por conveniencia, el propio partido tenía su cantera de hombres de negocios enormemente ideologizados que poco a poco habían ido ocupando puestos de cierta relevancia en poderosas empresas alemanas. Este lento goteo de nazis convencidos en empresas industriales y bancos germanos también motivó que dichas corporaciones fuesen cada vez más favorables al régimen nacionalsocialista.

Uno de los primeros apoyos especialmente fructíferos sería el de Kurt von Schröder, un banquero de Colonia afín a las tesis nazis. Financiaría gran parte del partido nacionalsocialista a partir de diciembre de 1932, además de hacer de enlace entre el excanciller Von Papen y Hitler de cara a que el primero convenciese al anciano presidente Hindenburg de nombrar al líder nazi como canciller de Alemania. Este encuentro, clave en el ascenso de Hitler al poder, hubiese sido imposible sin esa red de hombres de negocios y altos empresarios partidarios del NSDAP. El 30 de enero de 1933 Hitler formaría Gobierno, con lo que iniciaría un camino terminado el 7 de mayo de 1945 por el general Jodl con la rendición de Alemania.


La oligarquía político-económica nazi

En el momento en el que Hitler recibe plenos poderes gracias a la mayoría parlamentaria de su partido, desarticula rápidamente el entramado democrático que le quedaba a la República de Weimar y lanza su programa nacionalsocialista. Obviando la instauración de un modelo totalitario y el inicio de la salvaje represión contra disidentes políticos y enemigos de la raza aria como judíos, gitanos, homosexuales y discapacitados, el programa económico del Reich fue uno de los puntos centrales en los que se fundamentó la colaboración de la élite económica con los jerarcas nazis.

Dicho programa fue ideado y conducido por Hjalmar Schacht, primero como presidente del Reichsbank y luego como ministro de Economía. Schacht, que no tenía especial devoción por la ideología nazi, sí era un buen economista y había movido hilos entre la gran industria alemana para que Hitler recibiese apoyo. Como ministro de Economía, desarrolló un plan de estilo keynesiano con el que la inversión pública y el gasto público se dispararon, todo ello financiado de una forma un tanto particular gracias a los bonos Mefo, acrónimo de una empresa fantasma que hacía de intermediaria entre el Estado y las empresas de armamento para poder esquivar las restricciones económicas del Tratado de Versalles. Dicha inversión pública crecería entre 1933 y 1935 un 350% y un 800% hasta 1938; el gasto en armamento se elevó un 2.300% esos mismos años.

Las grandes obras públicas que se realizaron en este periodo, tales como autopistas, presas hidroeléctricas, construcción de ferrocarriles y el desarrollo de la industria militar, corrieron a cargo de licitaciones arbitrarias, por lo que muchas grandes empresas que habían colaborado previamente con el NSDAP recibían ahora su recompensa. Del mismo modo, para financiar estas obras, los bancos nacionalizados durante las dos crisis anteriores a la llegada del nazismo fueron privatizados a cambio de apoyo al nuevo régimen. Otras medidas de estímulo al consumo y a las familias permitieron que estas, que habían perdido una enorme capacidad adquisitiva durante la última crisis, lo recuperasen a base de préstamos blandos y el constante aumento del empleo, casi pleno para 1938.

Para ampliar: “Cómo Hitler y el nazismo consiguieron acabar con el desempleo en los años 30”, Remo Domingo en El Blog Salmón, 2012 (Este asunto también lo tratamos en el tema 10)


Un negocio para las automovilísticas

Al igual que sucedió en Estados Unidos cuando empezó a fluir el crédito en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, en Alemania tener un coche era una de las primeras aspiraciones de la creciente clase media. Con el impulso crediticio y de gasto propulsado por las políticas nacionalsocialistas, las familias empezaron a demandar automóviles, así como el Estado alemán todo tipo de vehículos motorizados en su política de rearme. Por aquel entonces y gracias a la calidad de la gran industria alemana y sus ingenieros, numerosas empresas germanas jugaban en el mercado automovilístico. Muchas de ellas han sobrevivido hasta hoy.

Quizás uno de los casos más conocidos sea el de Ferdinand Porsche, fundador de la marca de automóviles que lleva su apellido. En los años anteriores al estallido de la guerra, la Administración nazi le encargó a Porsche, entonces un ingeniero de enorme fama que había trabajado en Mercedes-Benz, un utilitario para el pueblo alemán —Volkswagen en su lengua— que fuese barato, estiloso y se pudiese fabricar en masa, algo así como el Ford T alemán. Bajo esta premisa, en 1938 nacía el Volkswagen Tipo 1 o Escarabajo. Hitler recibió el suyo de manos de Porsche el día de su quincuagésimo cumpleaños, el 20 de abril de 1939. Fue el único que tuvo su utilitario. El proyecto de dotar a la ciudadanía alemana de su Volkswagen se canceló y recondujo a un uso militar en cuanto la guerra estalló en septiembre de 1939. La producción de Volkswagen se reanudaría después de la guerra, ya con la fábrica en manos inglesas.Porsche entrega a Hitler un Volkswagen el día de su cumpleaños (1939). Fuente: Life

Fue en el periodo bélico cuando Porsche creó artilugios de notable calidad que mejoraron la maquinaria de guerra alemana. El Escarabajo se recicló militarmente como el Kübelwagen, del que se llegaron a fabricar 50.000 unidades. Incluso hubo una versión anfibia, el Schwimmwagen. Estas fueron las aportaciones más inocuas del ingeniero alemán. Su experiencia y calidad profesional pronto fueron requeridas para mayores proyectos que demandaba el curso de la guerra. Así, el diseño de la torreta del temido Panzer VI Tigre es obra suya; también el del tanque superpesado Panzer VIII Maus, que no llegó a entrar en combate, y el del cazacarros Elefant —bautizado Ferdinand—, usado masivamente en la batalla de Kursk.Fuente: Feldgrau.info

Una vez finalizada la guerra, Porsche pasó dos años en un presidio francés por usar mano de obra esclava en sus fábricas. Desde entonces, tanto él como sus herederos en la empresa decidieron dedicar su ingenio a la elaboración de vehículos deportivos, actividad principal de la empresa Porsche hasta hoy.

En esta línea de empresas automovilísticas con lazos históricos cuestionables, Opel, comprada por la estadounidense General Motors justo antes de comenzar la guerra, también fabricó vehículos insignes para la motorización del ejército germano. El polivalente camión Opel Blitz, que sirvió de principio a fin en el teatro europeo y norteafricano, fue un vehículo muy avanzado para su época gracias a su tracción a las cuatro ruedas. También corrió a cargo de la empresa germano-estadounidense la fabricación del bombardero Junker-88, diseñado por el homónimo Junker y que ha pasado a la Historia como uno de los aviones más reconocibles de la Segunda Guerra Mundial. Hasta 15.000 unidades de este bombardero fabricó la empresa Opel antes de que sus fábricas quedasen arrasadas por los bombardeos aliados y el saqueo soviético posterior a la guerra.

Otra empresa que tuvo pingües beneficios gracias a la guerra fue Bayerische Motoren-Werke —conocida comúnmente como BMW— o, más bien, la familia que la controlaba, los Quandt. Nazis hasta la médula, no dudaron en apoyar a Hitler antes y durante la guerra. Al contrario que las empresas anteriores, BMW no llegó a fabricar ningún arma como tal, pero sí compuestos o piezas igualmente necesarias para que aquellas funcionasen. Sistemas eléctricos para submarinos o los protomisiles V-2 y motores de avión para media Luftwaffe —la fabricación de motores de avión llegó a suponer el 90% de las ventas de BMW durante la guerra— fueron los grandes filones de la marca bávara. También ayudó a tener buenos rendimientos empresariales el hecho de que la familia Quandt, muy cercana a las altas esferas del NSDAP, usase hasta 50.000 esclavos para sus diversas empresas, incluida BMW.

Para ampliar: “Emerge el pasado nazi de los dueños de BMW”, Juan Gómez en El País, 2011
El gran negocio de la guerra

La cuestión del trabajo esclavo ha sido sin duda uno de los puntos que más debate han suscitado y que con el paso del tiempo han acabado convirtiéndose en una de las espinas de la guerra más vergonzosas para Alemania. Hasta 1943, el Gobierno alemán no se decidió a reconvertir al país en una economía de guerra, algo que sí habían hecho el resto de contendientes desde el primer momento. La tardanza de esta medida estuvo motivada por el mantenimiento de cierta paz social y normalidad cuando la guerra iba bien para Alemania y también porque, a medida que las tropas de Hitler avanzaban, abundante mano de obra, prisioneros de guerra y otros indeseables para la raza aria eran enviados a Alemania como mano de obra esclava. Se calcula que en 1944 había dentro de los límites del III Reich unos 7,5 millones de esclavos, de los que 5,3 eran civiles y el resto, prisioneros de guerra. Las grandes empresas alemanas, sobre todo las industriales, se nutrieron masivamente de este tipo de trabajador durante el conflicto. No tenían ningún tipo de restricción: podían trabajar ilimitadamente, tanto como se requiriese o la fábrica considerase necesario, incluso hasta morir. Siempre había más esclavos que podían sustituir a los fallecidos.

La química IG Farben, casi monopolio del sector a la hora de nutrir a la Wehrmacht —fuerzas armadas— llegó a instalar una fábrica en Auschwitz para tener cerca la mano de obra. 25.000 judíos murieron aproximadamente en dicha fábrica, un 70% de los que pasaron por allí. Otras empresas del sector industrial, como Siemens o Krupp, se aprovecharon igualmente de la mano de obra gratuita proporcionada por el régimen nazi.

Hasta marcas que actualmente están tan alejadas del mundo industrial y armamentístico como son Hugo Boss o Adidas tuvieron en aquellos años treinta y cuarenta cierta importancia para el desarrollo de la contienda. En el caso de Boss, conviene desmitificar ciertos aspectos bastante extendidos. Se dice que el sastre alemán diseñó los trajes de las SS por ser extremadamente afín al partido cuando ni realizó tales diseños ni era tan acérrimo seguidor del Führer. Sí es cierto que, al igual que otros muchos talleres, en el de Hugo Boss se confeccionaron prendas de ropa para el Ejército alemán, pero la capacidad creativa de Boss no podía hacer nada ahí: tenía que fabricar simplemente lo que le mandaban desde Berlín.


Para ampliar: “El pasado nazi del fundador de la marca de moda Hugo Boss”, El Mundo,  Fuente: Blogger

La segunda corporación, la conocida marca deportiva Adidas, sí tuvo más relación con la guerra. Fundada por los hermanos Dassler en 1924, Adolf y Rudolf fabricaron en sus inicios material y calzado deportivo, pero cuando estalló la guerra reinventaron el negocio pasando a fabricar, además de vestimenta para el Ejército, el famoso lanzagranadas Panzerschrek. Ellos, al contrario que Boss, sí eran fieles seguidores de las tesis nacionalsocialistas. Cuando la guerra terminó y comenzó la desnazificación, Rudolf fue acusado de tener estrechos lazos con el derrotado régimen y, creyendo haber sido delatado por su hermano Adolf, decidió salir de la entonces Gebrüder Dassler Schuhfabrik y fundar en 1949 Puma. Adolf, por su parte, renombró la empresa con su nombre y la primera sílaba de su apellido: Adidas.

Toda esta vorágine de armamentismo y esclavitud no se circunscribe solo a Alemania. General Motors compró la alemana Opel antes de empezar la guerra y, a pesar de que a los dos años Estados Unidos y Alemania ya eran enemigos declarados, no dudaron en seguir fabricando desde Colonia. El negocio era el negocio. La empresa de Detroit no fue la única estadounidense en sacar tajada. La también automovilística Ford estableció algunas fábricas en Renania, llevadas por mano de obra esclava. Esto no era casual: su dueño, Henry Ford, era un ardiente antisemita y desde suelo estadounidense machacaba el país con propaganda que culpaba, al igual que Hitler, a los judíos de los males económicos y sociales de la nación, además de señalarlos como un peligro creciente si acumulaban más poder. De hecho, el magnate estadounidense y el Führer se tenían en alta estima, que llegó al extremo en 1938 cuando Ford recibió la Gran Cruz del Águila alemana, la mayor condecoración que un extranjero podía recibir del régimen nacionalsocialista.

Esa misma medalla la recibió en 1937 Thomas Watson, fundador de la empresa informática IBM. Su entonces primitiva tecnología informática de las tarjetas perforadas fue implantada en Alemania bajo una empresa subsidiaria. Aquel precursor de los actuales programas informáticos ayudó enormemente a la logística y la organización alemana, especialmente con la elaboración de censos e inventarios, lo que favoreció en gran medida la rapidez y la sistematización de los métodos que generaron el Holocausto y el genocidio de diversas minorías. Solo tres años después de recibir la medalla, Watson la devolvió al enterarse de que su producto estrella estaba siendo utilizado para elaborar listas de disidentes, judíos y demás personas que eliminar. Una vez IBM le retiró el apoyo a Hitler en 1940, este nacionalizó la filial, que cayó en manos de la alemana Dehomag, la cual siguió utilizando la tecnología estadounidense para exterminar y neutralizar lo que los dirigentes nazis creyesen oportuno.

Para ampliar: “Los nazis usaron tecnología de IBM en el Holocausto”, Clarín, 2001
Reparaciones frente al olvido

Una vez terminada la guerra, los dirigentes de las empresas se apresuraron en convencer a los nuevos dueños del país, especialmente a Estados Unidos, Reino Unido y Francia, de su indispensable papel en la recuperación alemana. Su misión era sobrevivir a los tiempos, así que se apresuraron a dar el grito de “El rey ha muerto, viva el rey”. Como la desnazificación del país tampoco pudo ser integral —se exponían a crear un vacío de poder total—, las potencias vencedoras tuvieron un ataque de amnesia respecto al pasado inmediato de estas corporaciones. Simplemente se limitaron a reconstruir y poner en funcionamiento de nuevo las fábricas; eso sí, esta vez sin mano de obra esclava.

Para ampliar: “El eterno tabú alemán“, Astrid Portero en El Orden Mundial, 2018

Los esclavos del Tercer Reich serían quienes no dejarían que aquellos abusos cayesen en el olvido. Muchos de ellos sobrevivieron a la guerra y, desde Estados Unidos a los países del Bloque Oriental, aquella historia siguió viva. Ante la presión ejercida y con la finalidad de no ver perjudicada su imagen, algunas empresas empezaron a indemnizar a algunos de los afectados; otras remolonearon aquella reparación intentando desmarcarse de la historia —y de la Historia—. Finalmente, el Gobierno alemán tuvo que crear en 1999 un fondo compensatorio para las víctimas, al que empresas como Allianz, BASF, Bayer, BMW, DaimlerChrysler, Deutsche Bank, Dresdner Bank, Krupp-Hoesch, Hoechst, Siemens y Volkswagen se vieron obligadas a aportar para compensar a los todavía supervivientes. Sin embargo, esto solo ocurrió con los afectados de nacionalidad alemana; miles de supervivientes que acabaron en el este de Europa cuando la guerra terminó apenas han visto nada de ese dinero. Y, vistas las pocas ganas que los responsables tienen de resarcir a las víctimas, así seguirá siendo.

Para ampliar: “Gran capital y Tercer Reich”, Alejandro Teitelbaum en Le Monde diplomatique, 2014

El eterno tabú alemán

Os traigo otro interesante artículo de historia que nos hace entender el pasado y presente, una vez más de la página El Orden Mundial

El eterno tabú alemán
Adolf Hitler anuncia la declaración de guerra a los EE. UU en el Reichstag el 11 de diciembre de 1941. Fuente: Wikipedia

El nazismo y la Segunda Guerra Mundial fueron sucesos que marcaron profundamente la Historia de Europa. En cierto modo, aún la sigue marcando: parte de la motivación para crear un proyecto común europeo nació justo después. La desnazificación fue una iniciativa que pretendía la limpieza de la sociedad, la prensa, la cultura y la política del mayor número de elementos nazis posibles, una suerte de condena oficial del régimen. ¿Ha cerrado Alemania su herida?

Pocos recursos o experiencias recogidas reflejan tan bien la manera en la que el nazismo estaba inserto en la vida diaria de los alemanes como la película El hundimiento. En ella se logran retratar de una manera bastante vívida los últimos días de Hitler y sus más allegados en el búnker donde se escondieron cuando la derrota del bando alemán estaba sentenciada y los aliados, decididos, tomaban el país. El nazismo, entendido a aquellas alturas ya casi como un estilo de vida, una manera de ser, despertaba pasiones y odios a partes iguales en muchos rincones de Alemania. Tras tantos años de machaque, propaganda y aleccionamiento, una cosa estaba clara: con la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial y el aparente fin del nazismo, el mundo no volvería a ser el mismo.

Testimonios como El diario de Ana Frank no son los únicos que han trascendido a la actualidad. Al otro lado de la vertiente encontramos a personas para quienes el nacionalsocialismo y todo lo que ello implicaba era la única manera en la que deseaban vivir. Personas como Magda Goebbles, quien mató a sus hijos a golpe de cianuro en el búnker, convencida de que un mundo sin nacionalsocialismo no sería lo suficientemente bueno para ofrecerles un futuro prometedor. O los suicidios de cientos de individuos y familias enteras antes de la llegada de las tropas soviéticas buscando evitar las represalias como perdedores de la guerra. La derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial marcaría el fin de una etapa de la que el país todavía hoy se avergüenza.


Conquistar la democracia

Tras la Primera Guerra Mundial, el ánimo alemán había tocado fondo. Tras el armisticio de Compiègne, que eliminó las hostilidades entre ambos bandos, llegó el caldo donde se cultivaría gran parte del origen de la Segunda Guerra Mundial: el tratado de Versalles, de 1919. Del punto principal del tratado, el que afirmaba que Alemania era la única causante del conflicto, se derivaban todos los demás: el país perdería territorios a favor de Francia, Polonia, Dinamarca y Bélgica, entre otros, como compensación económica y territorial por los daños generados. El tratado también recogía la creación de la Sociedad de Naciones, que buscaba la seguridad colectiva y el arbitraje en conflictos internacionales. Este grupo y el tratado limitaron el número de soldados del Ejército alemán, además de prohibir al país la construcción de tanques y artillería pesada.Expansión del eje alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Fuente: H. Contemporánea Sauces

En enero de 1933 Hitler fue nombrado canciller de Alemania en un intento de poner en el poder a alguien que fuera fácilmente manipulable, o eso era lo que pensaba Franz von Papen, quien pasaría a la Historia por ser una figura clave en la disolución de la República de Weimar. Lo cierto es que, ya entonces, Hitler se hizo con el poder absoluto, y terminó de confirmarlo un año después, tras la muerte del presidente de la república, con un plebiscito que lo convertiría en Führer. Los resultados del plebiscito —39 millones de votos, el 90%— no deben llevar a engaño: para entonces, muchas libertades y derechos básicos ya se habían eliminado, algunos partidos políticos habían pasado a la clandestinidad por ilegales y la presión para votar a favor era cada vez mayor. Sin embargo, la relativa poca oposición que recibió en aquel momento una corriente que existía desde los años 20 —justo cuando la población alemana recibió las duras condiciones del tratado de Versalles con humillación y enfado— y que no alcanzó su punto álgido hasta los años 30 responde a una mezcla de contextos político, social y filosófico sin la cual no sería posible acercarse de manera objetiva a lo acontecido.

Si bien en la mezcla todo tuvo su papel, es de suponer que las cosas habrían salido distintas si las corrientes filosóficas y los colapsos de los sistemas políticos existentes no se hubieran topado con una población humillada tras la guerra. Alemania, incapaz de salir adelante económicamente debido al pago del tributo como compensación a los aliados vencedores, contenía entre sus fronteras el descontento de una población que no entendía por qué debía pagar por una guerra que ellos, individualmente, no habían iniciado. La Gran Depresión solamente terminaría de colapsar una economía ya quebradiza, lo que desembocó en más 

descontento
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Imagen propagandística del nazismo ante la ruina económica del país: “Nuestra última esperanza: Hitler”. Fuente: Las historias de Doncel

En lo político, las democracias liberales perdían fuerza frente a otros sistemas de gobierno que probaban ser más eficaces —como el “gobierno fuerte” de Mussolini— y controlar el caos económico en el que se encontraban diversos países debido a la Gran Depresión. Muchos referentes de la época, entre ellos Carl Schmitt, criticaban el error que suponía equiparar la democracia con el parlamentarismo cuando la equivalencia real, pensaba Schmitt, era la homogeneidad. El Parlamento se veía, consecuentemente, no ya como un ágora donde se buscaba el bien común de la comunidad, sino donde pequeños grupos con intereses distintos discutían y hacían que reinara el caos debido a la irrupción de la sociedad de masas en la vida política. Pensadores como Schmitt o Weber, entre los más destacados en este pensamiento, afirmaban que solo quedaban dos opciones frente a los colapsos de los Parlamentos: o bien un grupo se imponía sobre otro o se buscaba obtener una sociedad más homogénea en intereses y objetivos.

En lo cultural y filosófico, conquistaban poco a poco Europa las corrientes opuestas al positivismo. Tomó fuerza la geopolitik alemana y su uso del concepto “espacio vital”como arma para la guerra y justificación de la expansión de las fronteras alemanas: el nacionalismo alemán, su esencia misma, necesitaba más espacio para poder desarrollarse y crecer correctamente, atendiendo a sus demandas; de lo contrario, estaba abocado al fracaso. Esto, sumado a las teorías elitistas políticas que desembocaban en una especie de darwinismo social, se volvería uno de los pilares básicos del nacionalsocialismo.

Esta ideología dominó Alemania de forma oficial y estatal hasta 1945, con una propaganda constante y entendida como un medio hacia un fin. Su objetivo final era hacer entender a las personas que debían dedicarse a sus tareas de manera voluntaria y compartir las preocupaciones del Estado. Los fracasos, así como las victorias, tenían que ser presentados ante el pueblo alemán de tal manera que los sintieran como propios. Por ello, la propaganda nazi simplificaba los hechos y resaltaba solo los más importantes —y no siempre la verdad—, aquellos que promovían el sentimiento de nación entre los ciudadanos.

De manera masiva, a través de los principales canales de información y con un control férreo sobre estos, se edificaba poco a poco la imagen de un país fuerte donde existían claras diferencias raciales, la idea de que las razas fuertes debían imponerse ante las débiles y la verdad absoluta de que Hitler era el héroe que había salvado a Alemania de la miseria y la desaparición. No todos los alemanes vivieron con el mismo entusiasmo esta ideología, pero aquellos que nacieron durante la época y no habían conocido ningún pensamiento alternativo eran, como es lógico, los más fieles al movimiento.

Y el nacionalsocialismo no fue

El futuro sería nacionalsocialista o no sería. Esa era la premisa de muchos durante los años que duró el régimen, durante la Segunda Guerra Mundial e incluso después del fin de Hitler. Las tropas vencedoras que invadían Alemania y llegaban a Berlín se enfrentaban ahora a una misión no menos complicada que la militar: enseñar a los alemanes a desandar lo andado desde los años 20.

Entre julio y agosto de 1945 se reunirían en Potsdam Clement Attlee, Truman y Stalin con la finalidad de ponerse de acuerdo sobre el futuro de Alemania, en lo que hoy se conoce como la conferencia de Potsdam. Se establecería entonces la división administrativa del país —zona británica, zona francesa, zona soviética y zona estadounidense—, así como la creación de un consejo supremo de control, donde residiría el poder real del país, formado por los comandantes militares de las cuatro zonas de ocupación. Se definió entonces el plan de las cuatro D: desnazificación, desmilitarización, descartelización y democratización.

La desmilitarización y la descartelización se comenzaron a aplicar sin ningún tipo de espera. Pronto, en todas las zonas ocupadas se prohibieron las tradiciones militares, exhibir medallas y uniformes oficiales de cualquier tipo. Se prohibieron también monumentos, carteles y placas que engrandecieran al Ejército alemán; de las librerías desaparecieron miles de ejemplares que promovían el militarismo y la violencia. Desde el comienzo de la ocupación, además, se prohibió toda la exhibición de símbolos nazis, desde esvásticas hasta el saludo fascista.

La democratización, educar de nuevo en los valores democráticos, era una tarea ardua, pero importantísima: había que mostrar a los alemanes que aquel sistema en el que habían sido educados durante más de diez años contradecía muchos derechos fundamentales y leyes internacionales. A este proceso ayudaron acciones como la creación por parte del bando estadounidense del periódico Die Neue Zeitung, dirigido a la población alemana y que buscaba ser un medio para convencer de que las ideas militaristas debían ser eliminadas. Trataban de dar voz en sus páginas a mentes alemanas agudas y defensoras del internacionalismo, la democracia o el liberalismo político. El crecimiento económico ayudó a la instauración y solidificación de la democracia al relacionarse una mejora en la calidad de vida de los individuos con la apertura democrática del país.

Desnazificación: ¿culpa individual o colectiva?

El proceso de desnazificación fue una misión más subjetiva, en la que los límites se desdibujaban y las culpas se iban desvaneciendo en la cadena de mando. Si bien todas las partes del bando vencedor estaban de acuerdo en que había que buscar culpables y hacer públicos los crímenes cometidos, el procedimiento no estaba claro. ¿De quién era, exactamente, la culpa? ¿De todos los alemanes? ¿De los altos cargos?

La película y libro El lector tratan esta cuestión tan subjetiva dejando la puerta abierta a múltiples interpretaciones y mostrando la dificultad de condenar y comprender al mismo tiempo. La culpa deja de definirse tan claramente cuando hay dificultades para distinguir entre aquellos que hicieron la vista gorda, los que participaron activamente en los crímenes perpetrados por el nazismo y los que eran menos culpables o culpables indirectos. Incluso Hannah Arendt, filósofa política exiliada, interpretó, después del juicio a Eichmann, lo que más tarde definiría como “la banalidad del mal”: que los individuos, simplemente, cumplían órdenes. Imaginó una especie de enjambre, un megaorganismo donde todos se limitaban a seguir los dictámenes de la cabeza pensante, el líder. Y, si bien dedicó toda su vida a alertar de los síntomas de las sociedades totalitarias, sus afirmaciones corrían el riesgo de hacer que se absolvieran muchas culpas.
Imagen propagandística de los bandos vencedores tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Schuldig significa en alemán ‘culpable’. Fuente: El Holocausto

Comenzaron a usarse términos como “culpa colectiva” o “responsabilidad colectiva” al entenderse que todos, de una forma o de otra, habían sido cómplices del nazismo. La propaganda se usó entonces en sentido inverso: se inició una campaña masiva que buscaba inculcar un sentimiento de culpa en toda la sociedad alemana. De la misma manera que se crearon editoriales y periódicos para promover la democracia, también se crearon para asegurarse de que todos y cada uno de los alemanes escuchaba diariamente los crímenes cometidos bajo el régimen de Hitler. El uso de carteles con imágenes reales de las víctimas en los campos de concentración se convirtió en algo habitual; en algunas localidades cercanas a campos de concentración se guiaba a los habitantes para que vieran los cadáveres y las atrocidades de primera mano. Las mismas frases recorrían las calles de Alemania de una manera constante, acompañadas de imágenes de cadáveres o víctimas: “¡Tú eres culpable de esto!”; “Estas atrocidades, ¡culpa tuya!”. Durante esos años, incluso se produjeron una serie de películas de concienciación, como Welt im Film No.5.

Si consideramos que el partido nazi tenía en 1945 cerca de nueve millones de afiliados, buscar culpables directos dentro de ese entramado resulta complicado. Así nacieron los Frageborgen, cuestionarios políticos que se distribuyeron en las zonas occidentales de Alemania con 133 preguntas a lo largo de doce páginas que debía responder cada ciudadano. Según las respuestas, se distinguía entre distintos niveles de culpabilidad o implicación con el nazismo y sus crímenes. Sin embargo, el cuestionario no resolvía el problema principal: una Administración todavía dominada por exafiliados al partido. Condenarlos o juzgarlos sin hacer colapsar el sistema —de nuevo— era una tarea prácticamente imposible.


Los juicios celebrados en Núremberg entre 1945 y 1946 son una muestra de las deficiencias que, pese a todo, tenía el proceso de desnazificación. A pesar de que buscaban depurar responsabilidades y dictar sentencias y condenas para todos los funcionarios y dirigentes o colaboradores del régimen nazi, lo cierto es que muchos de ellos habían huido a otros países y no fueron juzgados hasta muchos años más tarde. Otros fueron juzgados y absueltos o condenados a penas ínfimas considerando el alcance de los crímenes cometidos. De los 24 dirigentes nazis juzgados en Núremberg, 11 fueron condenados a la horca. Las empresas que habían colaborado con el régimen no sufrieron condena alguna; muchas siguen operando hoy en día.

¿Ha pagado Alemania su deuda?


El Holocausto, así como el nazismo, son temas relativamente tabúes en la sociedad alemana. Muchos alemanes cuentan cómo en la actualidad en los colegios se sigue transmitiendo desde la infancia ese sentimiento de culpa y vergüenza que parece deberá acompañar a los alemanes hasta el final.

Sin embargo, aunque la actitud de Alemania en la posguerra y los años posteriores fue alabada y aplaudida por todos, aún se le critican ciertas actitudes; entre ellas, lo que ha tardado en entregar documentos confidenciales a historiadores y víctimas supervivientes —20 años—. Además, queriendo centrar toda la culpa en Hitler y el partido nazi e invocando el derecho a la privacidad, negó el acceso a archivos oficiales que a lo mejor hubieran permitido encontrar a algunos dirigentes que habían huido tras el fin de la guerra. En lo económico, Francia y Reino Unido todavía consideran que Alemania debería haber pagado alguna compensación económica —a pesar del pago de indemnizaciones al Estado de Israel y a las víctimas supervivientes del Holocausto—.

Para ampliar: “Europa y su ‘regreso al futuro’: el avance de la extrema derecha”, Fernando Arancón en El Orden Mundial, 2014 (Tenemos este enlace en el último tema)
La Historia es un cuento que se va olvidando generación tras generación, que se naturaliza y se convierte en leyenda. Convencidos de que no volverá a ocurrir, las nuevas generaciones crecen convencidas de que Europa no puede vivir otra vez un Holocausto ni otro nazismo. A pesar de que Alemania es de los países que más inmigrantes recibe al año, la política del miedo sigue latente. Y el ascenso de la extrema derecha en Europa también.

lunes, 11 de junio de 2018

El pasado perdido de Yugoslavia y la RDA: la Yugonostalgia y la Ostalgie

La página El Orden mundial nos vuelve a servir un artículo riguroso para publicar una entrada de otro tema ciertamente curioso e interesante, aquí el enlace y debajo la propia noticia: https://elordenmundial.com/2015/10/07/la-yugonostalgia-y-la-ostalgie/

En el año 1999 se estrenaba en las salas de cine croata El Espíritu del Mariscal Tito (Marsal en croata). En dicho film, el espíritu del otrora hombre fuerte de Yugoslavia se aparecía en una pequeña isla de la costa croata, provocando la nostalgia de los más viejos del lugar, al mismo tiempo que la afluencia masiva de turistas que se trasladaban a la isla para practicar un “turismo socialista”. Cuatro años después del estreno de la película croata, en el 2003 vio la luz la cinta Good bye Lenin, en la cual se retrataban los primeros momentos de la transición de la República Democrática Alemana hacia la reunificación con la República Federal Alemana en la figura del protagonista, el joven Alex, el cual se muestra esperanzado por el futuro, pero al mismo tiempo temeroso por perder lo mejor de lo que hasta hacía no mucho había sido su patria. Ambas películas reflejan a la perfección los fenómenos de la Yugonostalgia –El Espíritu del Mariscal Tito– y la Ostalgie –Good bye Lenin–.Tanto El Espíruto del Mariscal Tito, como Good Bye Lenin son excelentes productos cinematográficos que reflejan a la perfección las bases y contradicciones de la Yugonostalgia y la Ostalgie.

¿Por qué la Yugonostalgia y la Ostalgie?

Se entiende por Yugonostalgia la melancolía por la antigua República Federal Socialista de Yugoslavia, mientras que por Ostalgie se comprende lo mismo solo que el sujeto que se añora no es Yugoslavia, sino la República Democrática Alemana. No es extraño que surjan sentimientos nostálgicos sobre modelos y proyectos estatales que pasaron a mejor vida tales como el Franquismo o el Imperio Austro-Húngaro. Sin embargo, lo extraordinario de los casos que aquí se tratan es que son los dos únicos fenómenos del estilo que han logrado cierta preponderancia en los países del antiguo bloque socialista. Así, en otros lugares como Polonia, Bulgaria, Rumania o la República Checa, por señalar algunos ejemplos, no se han manifestado movimientos semejantes, o si lo han hecho no han logrado la visibilidad y repercusión que sí han tenido en zonas de la antigua Yugoslavia y en el este de la actual República Federal Alemana. Por consiguiente, es necesario formular la pregunta de por qué la nostalgia apareció y se desarrolló a niveles importantes en Yugoslavia y la RDA, pero no en ningún otro de los estados del antiguo bloque del este.

Para responder a la pregunta anterior es necesario centrarse en los elementos característicos e identificadores de ambos países. Así, en el caso de Yugoslavia, la federación de los eslavos del sur era “única en su especie”. Primer estado en desafiar a la hegemonía de la Unión Soviética en una época donde la URSS era el faro del internacionalismo operario. No sólo eso, Yugoslavia se llevó el gato al agua y consiguió establecer una política internacional independiente, que le llevaría a líder el Movimiento de Países no Alineados. Además, Yugoslavia era conocida por ser dirigida por uno de los hombres fuertes de la II Guerra Mundial: Josip Broz Tito.

Por otro lado, en el caso de la República Democrática Alemana, después de que el hecho de la división en dos Estados y dos naciones diferentes se consumase por parte de los aliados, la RDA se convirtió en la punta de lanza en términos económicos del bloque socialista. Más allá de los problemas económicos que tuviese la RDA era una economía potente y avanzada para los parámetros del ámbito comunista. Además, al igual que en otros estados del bloque comunista, el Estado proveía a la población con una amplia cobertura de prestaciones y protecciones sociales y laborales. Lógicamente, esto no quiere decir que dicha cobertura social fuese óptima, sino que solía ser rudimentaria, pero sí es cierto que la mayor parte de la población tenía acceso a servicios básicos de sanidad, vivienda, familia, trabajo y otras prestaciones sociales. Considerar también que en materia de igualdad de género, la RDA era uno de los Estados más avanzados del mundo, algo que se fue perdiendo a medida que la reunificación se iba asentando.
A la izquierda el mapa de la República Federal Socialista de Yugoslavia. A la derecha, bajo las siglas GDR, las fronteras de la República Democrática de Alemania

Teniendo en cuenta lo anterior, los habitantes de ambos Estados se sintieron perdidos y desconcertados cuando dichos Estados desaparecieron, bien por una secesión violenta a lo largo de una década, bien por una reunificación que por parte de muchos fue vista como una anexión. Fue en ese contexto en el que parte de la población echó la vista atrás y comenzó a recordar aquellos viejos tiempos en donde, a pesar de los problemas, las cosas eran más fáciles y felices.
La vuelta de Yugoslavia en forma de nostalgia

La desintegración de Yugoslavia en siete estados diferentes a lo largo de las décadas de 1990 y del 2000 es de sobra conocida. La ruptura del estado único para los eslavos produjo la revisión del pasado y de la historia. Con los factores legitimadores de la Yugoslavia socialista pasados a mejor vida, era la hora de reinterpretar el discurso comunista sobre los principales acontecimientos históricos de la zona oeste de los Balcanes. Es en este contexto de “ajuste de cuentas” con la Historia en el que la Yugonostalgia nace y se desarrolla.

ARTÍCULO RELACIONADO: Desintegración y guerras de secesión en Yugoslavia(Marcos Ferreira, Mayo 2015)

La Yugonostalgia surge como una etiqueta negativa para calificar a todos aquellos que aún no habían aceptado la disolución de Yugoslavia. En un momento en donde las élites de los diferentes Estados sucesores buscaban reforzar sus nuevos Estados y las identidades nacionales, era necesario atacar y deslegitimar el legado yugoslavo del que habían formado parte desde el fin de la Primera Guerra Mundial.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la Yugonostalgia también se convirtió en un término que permitía otras perspectivas más allá de denigrar el pasado yugoslavo. La transición hacia el capitalismo no fue sencilla en ninguno de los nuevos Estados, lo que provocó que parte de la población mirase hacia el pasado, lamentándose de aquello que habían perdido. Cierto es que Yugoslavia no era un país que nadase en la abundancia, especialmente en el sur del Estado, pero otorgaba una serie de certezas para la mayoría de la población que ahora se habían ido.

Así, los recuerdos positivos hacia Yugoslavia nacen de la difícil situación que pasa una parte de la población, aunque curiosamente el potencial político de la Yugonostalgia, en el sentido de aprovechar este sentimiento para intentar crear un discurso político, económico, social y cultural al actual, es prácticamente nulo. Por consiguiente, en el plano político la Yugonostalgia es un fenómeno limitado, que en estos momentos tiene nulo recorrido. No sucede así en los terrenos de la cultura y de la añoranza. Es habitual que en los países que formaron parte de Yugoslavia exista un alto interés por la música, la literatura, la gastronomía o festividades que eran netamente de época yugoslava. Un buen ejemplo de esto es el denominado Turbofolk, que tiene sus orígenes en Yugoslavia y que en la actualidad tiene gran importancia, especialmente en Serbia.

La añoranza por el pasado que se ha ido es también una perspectiva importante del fenómeno de la Yugonostalgia. Es habitual que los más viejos del lugar se reúnan para recordar aquellos viejos y buenos tiempos en donde todos los eslavos del sur –a excepción de los búlgaros– estaban unidos en Yugoslavia. El socialismo autogestionario, el Movimiento de los Países no Alineados, las festividades de Yugoslavia, o la figura de Tito son generalmente celebradas por todo lo alto en estos eventos. No obstante, en estos eventos y festividades existen dos elementos de extraordinaria relevancia. Por un lado, no sólo son ancianos los que participan en ellos, sino también hay población joven, que nunca conoció Yugoslavia de primera mano. Y por otro lado, es muy usual que en estos eventos también se critique la actual situación política, económica, etc. en comparación con el pasado Yugoslavo.

Josip Broz Tito ha vuelto en forma de escultura

Dentro de la Yugonostalgia, ha cobrado fuerza lo que se puede denominar como Titonostalgia. Este fenómeno no sería más que la añoranza por el que fue el principal líder de Yugoslavia durante la Guerra Fría y el líder de los partisanos yugoslavos durante la II Guerra Mundial.

La Titonostalgia está relacionada con la Yugonostalgia revisionista, del modelo socialista y escapista. En ese sentido, se podrían haber escogido otras figuras yugoslavas que no tenían el peso político e ideológico de Josip Broz. No obstante, era el mariscal el escogido para representar de una forma más genérica el fenómeno de la Yugonostalgia, lo que apuntaba claramente que aquellos que participan en eventos que se encuadran en el fenómeno de la añoranza al mariscal tienen un discurso revisionista y de recuperación de los aspectos positivos de la Yugoslavia socialista. Pero además, la Titonostalgia tiene mucho también de reclamo comercial y publicitario, ya que en muchos de los eventos celebrados en diferentes puntos de la ex Yugoslavia, se suele comercializar –y vender muy bien– material relacionado directamente con Josip Broz Tito tales como bustos de bronce de pequeño tamaño, cuadros del Mariscal o incluso libros de gastronomía sobre lo que comía el antiguo presidente yugoslavo.

Escultura que rinde honor a la figura de Josip Broz Tito

Para Mitja Velikonja, que es el autor que más ha estudiado el fenómeno de la Titonostalgia, la relevancia de la figura de Tito en el pensamiento de los yugonostálgicos se debe a los siguientes factores: los tiempos de Tito fueron tiempos óptimos; el Estado que él dirigía era un Estado justo; la actitud de los titonostlálgicos hacia la figura del Mariscal es positiva y emocional al recordarlo.

Dentro de los eventos que se enmarcarían dentro de la Titonostalgia los discursos se entremezclan y no se celebra simplemente la figura de Tito, Yugoslavia o el Socialismo, y tampoco simplemente se trata de un mercado de elementos yugoslavos y titistas, sino que estos eventos constituyen una plataforma perfecta para criticar a los actuales poderes políticos y económicos en contraposición a la imagen idealizada de la antigua Yugoslavia.

La Ostalgie como lucha contra la reunificación

A diferencia de la Yugonostalgia, la Ostalgie no nace tanto por la desaparición de la RDA y por el proceso de reunificación alemana, sino más bien por cómo se acometió esa reunificación y la transición del comunismo al capitalismo en el este alemán. En este contexto, y aunque también en el fenómeno de la nostalgia por la RDA exista un componente comercial y de recordar el pasado sin objetivo de instrumentalizarlo, la principal faceta de la Ostalgie es revisionista. Más concretamente, este revisionismo se dedica a intentar contrabalancear la interpretación que desde la reunificación alemana se ha venido dando a lo largo y ancho de Europa, en la cual la República Federal Alemana y sus habitantes estaban totalmente ciertos, mientras que la República Democrática Alemana y sus habitantes estaban totalmente errados.
Cuando el muro de Berlín cayó en 1989 y el proceso de reunificación de las dos Alemanias ya era imparable, muchos ciudadanos en la RDA consideraron que al fin tendrían acceso a los aspectos más positivos de la RFA. Los productos occidentales llegaron rápidamente a la RDA, al igual que las campañas de publicidad y las luces de neón que incitaban a las personas a comprar. Pero además de la cara más amable del capitalismo, a la RDA también llegó la cara más negativa. Esto fueron las privatizaciones.

El ejecutivo alemán reunificado creó la agencia Treuhand para la privatización del tejido económico e industrial de la RDA. Creada en 1990, Treuhand funcionó a pleno rendimiento hasta el 31 de diciembre de 1994. En sus cuatro años de actividad, la agencia privatizó todo aquello que era merecedor de dicho proceso, con unos resultados que contribuyeron enormemente a provocar resentimiento entre los antiguos ciudadanos de la RDA. No es que sólo el desempleo aumentase hasta un 30%debido a dicho afán privatizador, sino que los beneficiarios de esas privatizaciones decían mucho sobre dicho proceso y sobre la reunificación alemana en general. El 85% de las empresas privatizadas fueron a parar a manos de germanos occidentales, mientras que sólo el 5% se fue a manos de alemanes orientales. Para los habitantes de la RDA, este proceso de privatización es considerado un auténtico expolio.

Las finanzas alemanas también sufrieron a causa de la unificación económica. Las economías de la RFA y de la RDA eran dispares en cuanto a nivel de capacidad y de potencia económica. Esa situación aconsejaba que la unificación económica se hiciese de forma gradual, y no de forma apresurada tal y como hizo el ejecutivo encabezado por Helmut Kohl, al cual sólo Oskar Lafontaine mostró una opinión en contra.

Lo escrito anteriormente ha provocado un resentimiento en parte de la población del este de Alemania, la cual, a 25 años de la reunificación de Alemania, piensa más en términos positivos que negativos sobre la antigua RDA. Para algunos escolares esto supone una aberración que no se basa en datos verídicos, sino en un blanqueamiento de un estado dictatorial como era la RDA. Pero para muchos que vivieron o nacieron en la RDA, la Alemania del este tenía más características positivas que negativas, lo cual no conecta bien con la narrativa existente de vencedores o vencidos. Así, la Ostalgie trata, ante todo, de una posición política donde el objetivo no es tanto anunciar a bombo y platillo las bondades de la RDA, sino más bien buscar un equilibrio a la narrativa del Estado totalitario en donde la Stasi era todopoderosa.En esta gráfica del nivel de desempleo de Alemania, se puede observar como los lander que solían formar la antigua RDA son los que sufren un nivel de paro más elevado. Las dificultades económicas son las que provocaron la aparición de la Ostalgie.

Como movimiento que tiene una fuerte raíz política, la Ostalgie se ha trasladado, mucho más que la Yugonostalgia, al terreno político. Así, el heredero del Partido Socialista de Alemania, Die Linke , obtiene la mayor parte de sus votos en los lander que solían formar parte de la RDA, aprovechando claramente el descontento existente en el este de Alemania en relación con el ejecutivo central y la Alemania occidental. Sin embargo, esa situación de rabia e insatisfacción también permite a movimientos xenófobos crecer en zonas del este de Alemania, como es el caso de Pegida en Dresde.

El pasado jamás volverá

El elemento clave para comprender los dos fenómenos aquí tratados es la nostalgia. Este sentimiento está formado por dos factores. Por un lado, recuerdos placenteros sobre un periodo pretérito, y por otro lado un pasado idealizado que se compara con un presente-futuro que en muchos casos es desconcertante y precario. Así, los fenómenos de la Yugonostalgia y la Ostalgie son formas de criticar aquello que se considera que está errado en los planos políticos, económicos, sociales y culturales.

La Yugonostalgia es un fenómeno más elaborado y complejo que la Ostalgie. Existen varias facetas dentro de la Yugonostalgia, pero además existe también un fuerte culto a la personalidad hacia la figura de Josip Broz Tito, algo que no sucede con la Ostalgie. Sin embargo, la Yugonostalgia en comparación con la Ostalgie es un fenómeno que apenas tiene un potencial político. Así, la mayoría de los eventos que se pueden catalogar como yugonostálgicos son eventos culturales o de añoranza a un pasado que se fue para no volver.

En el caso de la Ostalgie, a pesar de ser un fenómeno más plano que la Yugonostalgia, es un fenómeno con un potencial político mayor. La Ostalgie nació, por un lado, del discurso oficial que catalogaba como ilegítimo a la República Democrática Alemana y por otro lado a las dificultades económicas que el este de Alemania viene sufriendo desde la reunificación. En este contexto, Die Linke aparece como un partido que intenta rescatar lo mejor de la RDA, ganándose el voto de aquellos que veían en la RDA como un Estado legítimo, como su patria.

Más allá de todo lo anterior, y a pesar del potencial positivo que ambos fenómenos pueden tener desde varias perspectivas, los dos fenómenos son el canto de cisne de un pasado que jamás volverá, y por ello aquellos que participan en ellos deberían abandonar la faceta más nostálgica del movimiento y centrarse en los aspectos más positivos de Yugoslavia y de la República Democrática Alemana para construir proyectos de futuro alternativos al neoliberalismo actual, al tiempo que construyen un discurso equilibrado sobre la historia de ambos países y no una simple “cárcel de pueblos” en el caso de Yugoslavia o una “Estado ilegítimo” como en el caso de la RDA.

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jueves, 7 de junio de 2018

Curiosidad: Un piloto soviético desaparecido en Afganistán reaparece vivo 30 años después


Un piloto soviético desaparecido en Afganistán reaparece vivo 30 años después


Su avión fue abatido en la década de 1980 y ahora su familia lo espera con ansia.


Un paracaidista soviético, fotografiado en Afganistán en la campaña rusa.
Un piloto militar soviético dado por desaparecido hace más de 30 años tras ser derribado su avión en Afganistán, sigue vivo y se encuentra en ese país, según ha informado el presidente de la Unión de Paracaidistas de Rusia, Valeri Vostronin.
"Hemos encontrado a un piloto ruso cuyo avión fue abatido en la década de 1980 en el cielo de Afganistán. Sigue vivo. Es una gran sorpresa", dijo Vostronin, citado por medios locales.
Sin revelar la identidad del oficial soviético, aduciendo que se trata de información confidencial, Vostronin pidió ayuda a organizaciones públicas y que se hagan gestiones diplomáticas para ayudar al piloto. También solicitó "ayuda financiera" para costear los gastos de asistencia al exmilitar.
Según todos los indicios, dice la prensa rusa, se trata de Serguéi Pantelyuk, originario de la región de Rostov, en el sur de Rusia, quien servía con el grado de teniente en el 263º escuadrón aéreo de reconocimiento cuando su avión Sujói Su-17 fue abatido en las proximidades de la base aérea de Bagram, en el centro del país asiático.
"La madre de Pantelyuk ha esperado durante 30 años a que su hijo llamara a su puerta; siempre ha dicho que estaba vivo y que regresaría", ha declarado al rotativo Kommersant Elvira Berseneeva, de la organización de búsqueda y rescate Mius-Front. "Estamos esperando las buenas noticias; la familia estará tan feliz, pudo recibir una carta de su mujer que le explicaba que su hija había nacido, aunque solo vió a su padre a través de las fotografías", ha continuado Berseneeva. Según esta organización, se estima que en aquella misión fueron 300 los rusos que desaparecieron.

¿Por qué no regresó?

La parte rusa abordó el asunto con las autoridades afganas durante un evento organizado en Moscú por la organización benéfica que ayuda a veteranos de guerra, informó Vostronin. Por el momento, se desconoce por qué el piloto no dio señales de vida durante treinta años y cómo finalmente se logró dar con su paradero.
La URSS intervino militarmente en Afganistán en 1979 en apoyo del régimen prosoviético instalado en Kabul, una intervención que se convirtió en una guerra que duraría una década.
Durante esa contienda, la última intervención militar soviética en el extranjero, Moscú perdió a unos 15.000 militares y fueron derribados 125 aviones de la Fuerza Aérea de la URSS, según datos oficiales.
El régimen prosoviético de Mohamed Najibulá acabó cayendo en 1992 a manos de los combatientes muyahidín. El expresidente Najibulá fue ejecutado cuatro años más tarde, cuando los talibanes se hicieron con el control de Kabul, la capital.
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En Portada: "Adiós, Afganistán". De Vicente Romero, José Luis Márquez y Álvaro Benavent.